8 de septiembre de 2024

rosade crema

Recuerdos de cuando materialicé las ideas de mi identidad en un pequeño rectángulo plástico que dicta quien soy. 

Ejecutivo, punkerito, que podría tener 18 pero tenía 28; camisa, saco, corbata digitales, que buscan igualarlos a todos. Dos orejas prominentes y UN CEJÓN, el pelito rosadito pero ya pasadito, un bigotico mínimo, incipiente. 


El día que nací alguien nadó en una playa y se dejó llevar por el mar como si fuera una tabla de surf. 

La primera vez que fui al mar era yo la tabla de surf, el mar, aletoso, me retaba, me revolcaba. Me hice trenzas, se me llenaron de arena y luego al quitármelas me dolió horrible, tuve mucho frizz y me arrepentí. 


El día que nací alguien bailó en una fiesta, alguien compuso alguna canción, alguien grabó algo, y mi mamá quería desesperadamente comer pollo frito.


Con Carmen pude sentir la intensidad de la llama del amor lésbico, la veía amar y me sentía cubierto por una cobija de hogar-amor.

Alén me mostró una barba trans, wow :0


Sus presencias en mi vida son espe(k)trales. 


Y cómo dijo Valeria Vegas:

“UNA SOLA TRAVESTI ES SUFICIENTE PARA:

socavar los cimientos de una casa

deshacer los nudos de un compromiso

romper una promesa 

renunciar a una vida”