Recuerdos de cuando materialicé las ideas de mi identidad en un pequeño rectángulo plástico que dicta quien soy.
Ejecutivo, punkerito, que podría tener 18 pero tenía 28; camisa, saco, corbata digitales, que buscan igualarlos a todos. Dos orejas prominentes y UN CEJÓN, el pelito rosadito pero ya pasadito, un bigotico mínimo, incipiente.
El día que nací alguien nadó en una playa y se dejó llevar por el mar como si fuera una tabla de surf.
La primera vez que fui al mar era yo la tabla de surf, el mar, aletoso, me retaba, me revolcaba. Me hice trenzas, se me llenaron de arena y luego al quitármelas me dolió horrible, tuve mucho frizz y me arrepentí.
El día que nací alguien bailó en una fiesta, alguien compuso alguna canción, alguien grabó algo, y mi mamá quería desesperadamente comer pollo frito.
Con Carmen pude sentir la intensidad de la llama del amor lésbico, la veía amar y me sentía cubierto por una cobija de hogar-amor. Recuerdo de manera vívida cuando me invitó a una fiesta de disfraces en su casa, fui del rin rin renacuajo, pero con los disfraces me suele pasar que me imagino una cosa RELOCA y en la ejecución pues nada, la pintura verde se me chorreaba porque hacía este fuerte calor caleño, además el sombrero era cero encintado más bien lo hice con cartulina de afán porque aunque le meto empeño al disfraz tampoco me voy a quedar un mes pensando en como ser una rana, la pasé delicioso, comimos empanadas que hizo la tía Azeneth, y además Carmen me presentó a su novia. Ahora que recuerdo esto, la anécdota pesa con otra medida, ya la tía no comparte este mismo plano con nosotres, no sé que será de esa exnovia de Carmen y a Carmen le llaman sus amigas, "el oso". Ojalá no lea esto, yo creo que ella no sabe que yo sé, pero seguro ella siempre supo.
Alén me mostró una barba trans, wow :0, no creí que eso sucediera en esta parte del mundo, pensé que la barba trans era una cuestión de norte global. Agradezco a Alén por enseñarme incluso desde antes de aprender, soñamos juntos con mundos imposibles y yo hace unas semanas me tatué la cara, me hice un neotribal que, según yo, es mi barba permanente.
Sus presencias en mi vida son espe(k)trales.
Y cómo dijo Valeria Vegas:
“UNA SOLA TRAVESTI ES SUFICIENTE PARA:
socavar los cimientos de una casa
deshacer los nudos de un compromiso
romper una promesa
renunciar a una vida”
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Memories of when I materialized the ideas of my identity in a small plastic rectangle that dictates who I am.
Executive, a bit punk, could have been 18 but was 28; digital shirt, jacket, and tie, designed to make us all look the same. Two prominent ears and ONE BIG BROW, the pink hair, faded but holding on, and a tiny, barely-there mustache.
The day I was born, someone swam in the ocean and let the waves carry them like a surfboard.
The first time I went to the ocean, I was the surfboard; the wild sea taunted me, tossed me around. I got braids, packed with sand, and taking them out hurt like hell—so much frizz, instant regret.
The day I was born, someone danced at a party, someone wrote a song, someone recorded something, and my mother desperately craved fried chicken.
With Carmen, I felt the intense flame of lesbian love, watching her love was like being covered in a blanket of home-love. I vividly remember when she invited me to a costume party at her place—I went as the little frog from “Rin Rin Renacuajo.” But with costumes, I tend to imagine something wild, and in the execution... not so much. The green paint dripped in the strong Cali heat, and the hat was far from perfectly taped together—more of a rushed cardboard thing because while I put effort into the costume, I'm not about to spend a month figuring out how to be a frog. I had the best time; we ate empanadas that Aunt Azeneth made, and Carmen introduced me to her girlfriend. Now, looking back, the story feels different; her aunt is no longer with us, I have no idea what became of Carmen’s ex, and her friends now call Carmen “the bear.” Hopefully, she won’t read this—I doubt she knows I know, though maybe she always knew.
Alén showed me what a trans beard looked like. Wow. :0 I didn’t think that happened in this part of the world, I thought trans beards were a thing only in the global north. I thank Alén for teaching me even before I knew I needed it. We dreamed together of impossible worlds, and a few weeks ago, I tattooed my face with a neotribal design that, to me, is my permanent beard.
Their presences in my life are spect(r)al.
And as Valeria Vegas once said:
“ONE SINGLE TRANSVESTITE IS ENOUGH TO:
undermine the foundations of a house
untangle the knots of commitment
break a promise
walk away from a life.”