odio la banalidad de la depresión,
lo sucio e incómodo que me hace sentir habitar obligatoriamente este cuerpo,
comandado por este cerebro neurodivergente que se acongoja al enfrentarse a la vida.
me cansa andar con este alien verde pegado de la oreja desde que tengo uso de razón,
me cansa saber que por momentos fui una infancia triste,
me cansa saber que aunque todo parece estar super bien, dentro mío hay algo que se presiona, se inflama y se choca contra unas paredes de hueso que apretujan todo.
me agobia que a las personas les parezca inválido ese dolor, que no crean en su existencia, que lo minimicen, que no puedan ver a través de mi dolor a menos que lo sientan también.
odio sentir que la testosterona me ayuda porque siento con menor intensidad y así es más fácil pasar sin que me lean too much... cuando en el fondo hay un pensamiento suicida que se aloja en mi nuca y solo se fortalece o mitiga frente a ciertas situaciones.
odio no haberme autogestionado.
odio que el llanto me lleve a la migraña profunda.
odio que todo esto proviene de mi y termina en mi.
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