27 de octubre de 2012

Meow


Quiero que el plano la encuadre a ella, el background y la ubicación son lo de menos, ella, sólo ella, en primer plano, luego un plano detalle de sus ojos, otro de sus labios y otro de ese característico lugar, justo debajo de la oreja donde siente más, donde rasguña más; por último un general de mi mundo y ella en él, en la esquina superior derecha, ajá, ahí, como medio en contrapicado, que se entienda que es importante, un fundido y PUM!

¿Quién iba a creer que ibas a atravesarte en mi vida así?
Así de suave y contundente, así de fugaz y permanente, así de trágica y sonriente, así de racional e incoherente.

¿Quién iba a creer que iba a quedar así de empapada?
Vino la lluvia y creí que pasaría pero no, aquí está y permanece y no quiero que se vaya.

¿Quién iba a…? Yo. Yo porque tengo razones.

Estoy enamorada y no quise hacer nada para evitarlo.
De ella, de sus sonrisas extrañas, del olor y el color de su pelo, de sus silencios, de su espalda, de sus palabras oportunas, de su drama, de sus abrazos, de sus reacciones, de sus ausencias, de sus importancias, de sus uñas, de sus besos, de sus caricias, de su contexto, de sus piernas, de sus ojos, de sus mordiscos… de ella, de toda ella y también de mí, de lo que soy cuando estoy con ella, lo nerviosa y feliz que me pongo y lo completa e invencible que me hace sentir.

Pero entonces surge una cuestión importante, ¿qué hacer cuando un "te adoro" o un "te quiero" no alcanza a abarcar todos los momentos y todas las sonrisas y todos los pensamientos?

¿Cómo guardar en palabras algo que no puede, ni quiere, explicarse?

No sé, no sé, pero si sé que quiero que se quede, sé que quiero golpearme la cabeza para que se calle y me deje enamorarme y enamorarla en paz, sé que quiero regalarle mi tiempo, a ella, porque es ella; sé que quiero guardarla en mis clavículas, encerrarla en mis gemidos, aprisionarla entre mis piernas, secuestrarla entre mis brazos y amarrarla a mi vida y ya, que se quede siempre, que no se vaya nunca; que pueda reproducir cuando quiera en mi cabeza todos los recuerdos de su silueta, todas las imágenes mentales que me hace crear, todos y cada uno de los besos y todas las razones, toda la gran cantidad de razones por las que no me voy, por las que me hace quedar, por las que me amarra a su vida.

Por último un plano general bien abierto de un atardecer, del más oscuro de los atardeceres, de esos que mezclan horas y horas de día azul con toquecitos de rojo que quedan de los rayos del sol y pintan todo de morado, todo, la vida, los sueños, las pestañas, las nubes, los edificios y hasta las cabezas y los corazones de dinosaurios verdes tremendamente dramáticos.

Te amo.

Red Rain

Pero me preguntaba qué putas era lo que estaba pasando y claramente no encontraba respuestas. 
Sólo veía un par de ojos frente a mi que me disparaban miradas llenas de imágenes mentales de lo que sus palabras intentaban componer, se hilaba en mi cabeza una historia que se dibujaba sola y que me tocaba pintar, una historia con título y cabello atractivos y, ¿cómo no?
¿Cómo no sentir curiosidad sobre el ángulo de sus curvas y sobre cómo y dónde le gustaban sus cigarrillos? 

Ahora resumo todo en una lluvia, 
en una significante lluvia que hasta ahora permanecía como ausente, 
que se guardaba en unos bolsillos que perdían sentido y que traía consigo una cantidad abismal de inquietudes sin intención aparente, con pocas expectativas exigentes y de cara a un futuro atrevido. 

Definitivamente, nunca llueve porque sí.

21 de octubre de 2012


¿Que más quería? ¿Qué más podía pedir?
Él, absolutamente nada, la tenía completa.
Ella, todo, sentía que estaban tan lejos.

-De noche se nos cumplen los deseos, linda.- Te decía suavecito, a través de nuestras manos, directo a tu oído.
Quién diría, a esta pelirroja sólo le daba besos una vez por semana y todo porque ella no quería enamorarse… De esta noche no pasaba, nada me lo decía, yo lo tenía clarísimo. A los dos nos encantaba caminar juntos, hablando cada tanto, diciéndonos cosas que nos llenaban mutuamente, pero jamás como novios si no como seres individuales. –A mí me gusta mucho la playa, vos sabés- Me decías para que hiciera una pausa a mis pensamientos lejos de ti y me situara en una playa amarillísima que traía consigo la imagen de tus ojos cubiertos por unas gafas de sol, bajo una sombrilla colorida y justo arriba de un bikini de patrones repetidos que se posaba sutil y maríticamente sobre una toalla que a su vez ubicaba justo debajo la arena de la playa, de tu playa. –Pero vos no sabes por qué… bueno, te voy a contar pero tenemos que sentarnos por ahí, esta historia no se cuenta caminando- Y entonces nos sentamos en un andén oscuro, inversamente proporcional a lo que se estaba creando en mi cabeza, desde el que se veía todo el movimiento de una calle que nos encantaba recorrer pero se esquivaba como algo que miras de reojo, algo que en verdad no queres ver o que pasa demasiado rápido. Entonces te pasé un audífono, el izquierdo, aunque estabas sentada a mi izquierda, para que yo me pusiera el derecho y la música no interfiriera la conversación si no que la acompañara y la complementara, entonces me regresé a la imagen de tu playa, a las sonrisas que sabía que ésta te dibujaba, esta vez quise meterme en mi imagen mental y ofrecerte una paleta, de agua, de esas cítricas que refrescan la vida y después construirte un castillo, uno que no se llevara el agua, uno que durara ahí, para sostener nuestras botellas y guardar nuestros cigarrillos… y regresé, así como me fui.


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-…Y eso es todo, por eso me gusta tanto la playa, mi playa, ¿nos vamos?- Terminé sonriendo, consiente de que me habías escuchado cada palabra. -Listo, a dónde quieras, pero sugiero ir por mi carro y después a mi casa.- hablaste con una seguridad necesaria, mientras sacabas un cigarrillo y me pasabas el encendedor, sabía que hacer y lo hacía con gusto, click, humo, aaahh. ¿Quién te iba a decir que no? Empezamos a caminar y pronto encontramos el carro e iniciamos camino, no sentí nervios hasta que dijiste: -Aquí es, bienvenida a mi casa- Shock, ugh, nada de nada, me bajé y me paré a tu lado, antes de poner la llave en la cerradura me besaste y me acercaste a tus labios. -Hoy, hoy si, décime que me amás, hoy no vamos a poder con nosotros- y como pago por entrar por esa puta puerta lo saqué, un "Te amo" clarito, dirigido al único que podría oírlo, y entonces sin más, metiste la llave, la giraste y entramos.