Pero me preguntaba qué putas era lo que
estaba pasando y claramente no encontraba respuestas.
Sólo veía un par de ojos
frente a mi que me disparaban miradas llenas de imágenes mentales de lo que sus
palabras intentaban componer, se hilaba en mi cabeza una historia que se
dibujaba sola y que me tocaba pintar, una historia con título y cabello
atractivos y, ¿cómo no?
¿Cómo no sentir curiosidad sobre el ángulo de sus
curvas y sobre cómo y dónde le gustaban sus cigarrillos?
Ahora resumo todo en
una lluvia,
en una significante lluvia que hasta ahora permanecía como ausente,
que se guardaba en unos bolsillos que perdían sentido y que traía consigo una
cantidad abismal de inquietudes sin intención aparente, con pocas expectativas
exigentes y de cara a un futuro atrevido.
Definitivamente, nunca llueve porque
sí.
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