26 de abril de 2015

Siempre supe que esto era una pésima idea.

Es demasiado difícil tener el corazón tan completamente lleno de alguien y sentir que falta el aire y las ganas y el entorno y absolutamente todo cuando uno toma y quiere perrear y ese alguien ya no está.
Ese alguien con el que uno característicamente se ha logrado acomodar en el universo para que el perreo intenso sea un vaivén casi coreografiado pero no, casi planeado pero no.
Ese alguien con el que uno comparte el cigarrillo y los labios, y la borrachera y los porros, y el metraje de las películas y la ducha, y los viajes y los planes.
Ese alguien que uno a veces quisiera querer que se muriera pero en realidad no lo puede querer nunca.
Ese alguien que llena todos los espacios.
Todos los huecos.

Y luego ese alguien se va.
Y tal vez tiene otros planes.
Y tal vez besa otros labios.
Y tal vez ve otras películas.

Y uno llora y se siente maricamente abandonado en el mundo y es estúpido porque hay un millón de cosas más relevantes que esa, como los deshielos y las circunstancias políticas del país. Pero no, todo es irrelevante y uno solo quiere zanahoria y acomodarle los crespos.

Todo es muy puto y es mil veces más puto a medida de que pasan los días, sobretodo porque uno cree que la carga se aliviana pero no, aparecen otras mierdas, y el desenfoque y las líneas torcidas y ya no hay nadie con quien compartir los pancakes de garda triste.

Esto no tiene sentido, y yo lo sé.
Siempre, siempre, siempre, siempre, siempre supe que era una pésima idea.

Hace muchos días me había cansado de llorar.
Hace muchos días quería creerme el cuento.
Hace muchos días trato de dejar de querer correr a abrazarte y a sentir la malparida calma.

Estoy angustiado, ¿y qué?


20 de abril de 2015

Retos al tiempo.

¿Quién soy yo para decirle al tiempo que se quede quietico?
Nadie.

El tiempo no existe y a la vez existe tanto que, así yo no quiera, hace que cada fin de semana me aleje unos milímetros de recordar a que saben tus labios cuando comes cebolla.
Pero, eso pasa, ¿no? Eso se supone que es lo que debe suceder. Sobretodo en medio de esa condición de "eventualmente" en la que he decidido embutirlo todo.
Todo sucederá eventualmente.

No soy nadie pero a la vez soy un punto intergaláctico que se mimetiza y desaparece en medio de la magnitud tan hijueputa que es una o quince galaxias. Una o doscientas galaxias. No sé. A veces me parece que el espacio también es demasiado relativo. Tan relativo que no sé con certeza hacia qué parte del universo están mirando mis ojos cuando levanto la mirada pero a la vez puedo sentir mi cama y poblar mi habitación y percibir muchos espacios que ya no visito porque... porque ha pasado el tiempo.

Juntos, esos dos, son the end of me.

Pero en fin, el tiempo.
Es duro que sea tan determinante, tan agotable, tan "todo lo que hacés hoy se va a reflejar en el futuro".
Es re difícil querer romper esos límites. Ir, decir, volver, y así, verbos así, sin tiempo verbal.
Pero, de repente como que pasa, como que uno rompe toda esa mierda y en medio de unas ganas increíbles por situarse pronto en un futuro cercano, POW! se encuentra con un pedacito de pasado.
Y ese pedacito de pasado no sólo me hizo sonreír sino que me recordó un montón de cosas mías, de lo que solía ser y a la vez me hizo pensar en lo que soy ahora y en lo que quiero ser en ese marica futuro, tan raro.
Es un pedazo de un pasado súper raro, que resume un montón de cosas de una manera, también, muy extraña, pero es y existe y así solito significa resto.


A veces uno no entiende por qué ocurren momentos tan inolvidables y luego simplemente los tiene ahí en la cabeza por mucho tiempo.
Yo no sé muy bien a qué vine a este mundo pero me reconforta resto pensar que una de esas cosas fue darle la mano a Sergio mientras sonaba Not In Love.
Soy re marica y a mis amigos los guardo en un bolsillito especial. Justo en ese bolsillo voy a guardar ese video.

A veces me despierto super agobiado por un dolor en el alma que llevo varios muchos días tratando de entender.
A veces me acuerdo mejor de las cosas bonitas y reto un montón al tiempo.

5 de abril de 2015

De historias imposibles.

Muchas veces uno quiere hacer un millón de cosas que no puede alcanzar, decir un millón de cosas que no sabe decir, correr un millón de kilómetros aunque fume un poco más que de vez en cuando o resolver problemáticas mundiales siendo un ser ínfimo más bajo que el promedio normal de estatura del país que habita. 

Muchas veces me he visto enfrentada a situaciones frente a las que simplemente no se puede hacer nada, porque no, simplemente porque es imposible. Y eso sí que ha sido duro de comprender. 
Porque aún siendo ese ínfimo y terco ser que soy creo mucho en las posibilidades, creo mucho en que hay muchísimos millones de cosas que se pueden hacer al respecto y creo mucho en mí cuando tomo esa clase de decisiones.
Pero pues, paila, ¿no? a veces no se puede y ya.

Igual de eso va un poco la vida, de intentar todo ese millón de cosas imposibles y chocarse resto con todo y luego encontrar la calma y verse re tranquilo en un lugar cómodo y seguro. 
Espero mucho ese lugar cómodo y seguro, aún después de creer que ya lo encontré. 

Alguien me dijo que últimamente sonaba como una persona angustiada y creo que tiene razón, aunque difiero un poco de su opinión de manera temporal. Creo que llevo muchos años siendo una persona angustiada, vivo con unos afanes extraños, de hacer otras mil películas, de enamorarla otro poquito, de morirme, a veces, de comerme toda la pizza, de devolverme en el tiempo para comer más huevos en canasta, de seguir sintiendo la saliva de Alice Glass sobre mi cara, de comprar los tiquetes, de hacer más ejercicio. Puros afanes imposibles.  

Quisiera que este fuera uno de esos textos en el que uno dice algo como: ¡Pero ya no más! ahora soy una persona renovada y tranquila. Y pues, no, no es el caso. 

Las angustias se mantienen, pero, hay que manejarlas un poco, toca ensillar el pony. 

A veces uno necesita exorcizar demonios que ni existen, a veces uno escribe nomás por escribir y por calmar el desespero, la angustia. Otras veces si hay como muchas razones y sentidos trascendentales. En este momento de mi vida, aunque hasta a mi me sorprenda, prefiero mil veces la primera opción. 
Prefiero que arda pero poquito, que arda pero me pueda calmar, que duela como todo lo que me duele pero que se apacigue, que me pueda ocupar, que pueda consentir a Sonni y evitarlo todo. Por el contrario, las otras veces requieren demasiada atención, como cuando empecé a enamorarme y esas cosas, ahí no podía calmarme con nada, todo era eso y solo eso.
Una vez más, toca ensillar el pony. 

Pd: Hay una imposibilidad que me martilla la cabeza. Quisiera poder llevarla un día hasta A1689-zD1 para que pudiera ver todo lo que sucede aquí adentro con sus propios ojos. Es un laaaaaargo e imposible camino.