Muchas veces uno quiere hacer un millón de cosas que no puede alcanzar, decir un millón de cosas que no sabe decir, correr un millón de kilómetros aunque fume un poco más que de vez en cuando o resolver problemáticas mundiales siendo un ser ínfimo más bajo que el promedio normal de estatura del país que habita.
Muchas veces me he visto enfrentada a situaciones frente a las que simplemente no se puede hacer nada, porque no, simplemente porque es imposible. Y eso sí que ha sido duro de comprender.
Porque aún siendo ese ínfimo y terco ser que soy creo mucho en las posibilidades, creo mucho en que hay muchísimos millones de cosas que se pueden hacer al respecto y creo mucho en mí cuando tomo esa clase de decisiones.
Pero pues, paila, ¿no? a veces no se puede y ya.
Igual de eso va un poco la vida, de intentar todo ese millón de cosas imposibles y chocarse resto con todo y luego encontrar la calma y verse re tranquilo en un lugar cómodo y seguro.
Espero mucho ese lugar cómodo y seguro, aún después de creer que ya lo encontré.
Alguien me dijo que últimamente sonaba como una persona angustiada y creo que tiene razón, aunque difiero un poco de su opinión de manera temporal. Creo que llevo muchos años siendo una persona angustiada, vivo con unos afanes extraños, de hacer otras mil películas, de enamorarla otro poquito, de morirme, a veces, de comerme toda la pizza, de devolverme en el tiempo para comer más huevos en canasta, de seguir sintiendo la saliva de Alice Glass sobre mi cara, de comprar los tiquetes, de hacer más ejercicio. Puros afanes imposibles.
Quisiera que este fuera uno de esos textos en el que uno dice algo como: ¡Pero ya no más! ahora soy una persona renovada y tranquila. Y pues, no, no es el caso.
Las angustias se mantienen, pero, hay que manejarlas un poco, toca ensillar el pony.
A veces uno necesita exorcizar demonios que ni existen, a veces uno escribe nomás por escribir y por calmar el desespero, la angustia. Otras veces si hay como muchas razones y sentidos trascendentales. En este momento de mi vida, aunque hasta a mi me sorprenda, prefiero mil veces la primera opción.
Prefiero que arda pero poquito, que arda pero me pueda calmar, que duela como todo lo que me duele pero que se apacigue, que me pueda ocupar, que pueda consentir a Sonni y evitarlo todo. Por el contrario, las otras veces requieren demasiada atención, como cuando empecé a enamorarme y esas cosas, ahí no podía calmarme con nada, todo era eso y solo eso.
Una vez más, toca ensillar el pony.
Pd: Hay una imposibilidad que me martilla la cabeza. Quisiera poder llevarla un día hasta A1689-zD1 para que pudiera ver todo lo que sucede aquí adentro con sus propios ojos. Es un laaaaaargo e imposible camino.
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