26 de abril de 2015

Siempre supe que esto era una pésima idea.

Es demasiado difícil tener el corazón tan completamente lleno de alguien y sentir que falta el aire y las ganas y el entorno y absolutamente todo cuando uno toma y quiere perrear y ese alguien ya no está.
Ese alguien con el que uno característicamente se ha logrado acomodar en el universo para que el perreo intenso sea un vaivén casi coreografiado pero no, casi planeado pero no.
Ese alguien con el que uno comparte el cigarrillo y los labios, y la borrachera y los porros, y el metraje de las películas y la ducha, y los viajes y los planes.
Ese alguien que uno a veces quisiera querer que se muriera pero en realidad no lo puede querer nunca.
Ese alguien que llena todos los espacios.
Todos los huecos.

Y luego ese alguien se va.
Y tal vez tiene otros planes.
Y tal vez besa otros labios.
Y tal vez ve otras películas.

Y uno llora y se siente maricamente abandonado en el mundo y es estúpido porque hay un millón de cosas más relevantes que esa, como los deshielos y las circunstancias políticas del país. Pero no, todo es irrelevante y uno solo quiere zanahoria y acomodarle los crespos.

Todo es muy puto y es mil veces más puto a medida de que pasan los días, sobretodo porque uno cree que la carga se aliviana pero no, aparecen otras mierdas, y el desenfoque y las líneas torcidas y ya no hay nadie con quien compartir los pancakes de garda triste.

Esto no tiene sentido, y yo lo sé.
Siempre, siempre, siempre, siempre, siempre supe que era una pésima idea.

Hace muchos días me había cansado de llorar.
Hace muchos días quería creerme el cuento.
Hace muchos días trato de dejar de querer correr a abrazarte y a sentir la malparida calma.

Estoy angustiado, ¿y qué?


1 comentario:

  1. Me identifico con esto...cuando uno da todo por sentado pero a la hora del té...pareciera como si todo tan sólo hubiese sido un capricho.

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