13 de agosto de 2012

Aprendizajes payasísticos

Una vez alguien de naríz roja y cara de gato me dijo que en los momentos así no se elegía un camino ni una persona, en los momentos así uno se debía elegir a sí mismo, y eso hice.

Sofía se ha quedado sin clavos, es hora de afrontar.

Distracciones externas, disco, rueda, salto, bajada, música con beats fuertes, nada de acústicos, power chords en la eléctrica, uughh! Subo las escaleras corriendo, omito el análisis de los atardeceres y dejo de oler la puta pólvora.

Moldea o acaba, moldea o acaba, moldea... o, acaba.

Bueno, entonces, pensemos en otra cosa, el sol, por ejemplo, una estrella que es compartida por todo el planeta, en la mañana es agradable, calienta, en la tarde es un asco, calienta, da en la cara o demasiado tiempo en la pierna, o el viento, que se lleva cualquier peinado, o la lluvia, que moja el pasto para los traseros del día siguiente, o la luna, que es más de cualquiera que tuya y no es de nadie, o el cielo, que se pinta de los colores que le da la gana, o las pecas, o los cordones, o los sueños, o los besos, o los ojos, o los estornudos, o los caminos o... ah, o tú.

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