26 de febrero de 2012

Historia de un sombrero.

Una vez conocí un sombrero, al cual le encantaba salir con moños, pero ojo, no corbatines, no. Moños de los que las damas finas de la atmósfera de cristal colocan en su aparentemente lujoso cabello. En fin, este sombrero salió un día con su compañero y fue un día soleado el que colaboró con su destino, pues con paraguas el no se junta. Vio muy cerca una fría saliente que crujió su interior y muy frío quedo él. Y ya ni sombreros, ni moños, ni rojos.
Por: Sebastián "Abelardo" Henao.

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